miércoles, 11 de agosto de 2010

"La sobreexplotación"

Los ecosistemas cuentan con mecanismos para equilibrar su desarrollo y funcionamiento en condiciones naturales. Los bosques, por ejemplo, tardan en ocasiones varios siglos para instalarse establemente en una determinada zona, en ellos podemos encontrar diferentes poblaciones que regulan su desarrollo e influencia en función de las demás y de los recursos y condiciones ambientales.

En épocas remotas, fenómenos climáticos han cambiado las condiciones en esos ecosistemas y muchas especies han sido eliminadas. Los grandes reptiles, por ejemplo, desaparecieron en un lapso muy corto de tiempo en grandes zonas del mundo, y el espacio que dejaron fue llenándose poco a poco por la intromisión de otras especies que resultaron beneficiadas con su desaparición.

Muchos de los fenómenos naturales que han actuado en otros tiempos, lo hacen aún en nuestros días, sumando su efecto transformador al que ejerce el hombre sobre el medio ambiente. La explotación que hace el hombre del medio ambiente adquiere día a día una mayor envergadura. La velocidad con la que consume los recursos naturales supera en la mayoría de los casos la velocidad con que el recurso se regenera, ocasionando un deterioro creciente.

La caza es una de las manifestaciones más evidente de la sobreexplotación. Durante muchos siglos, el hombre ha hecho de la caza uno de los 'deportes' que mejor refuerza la idea de lo 'varonil', que muestra el poder,la fuerza y la valentía. En muchas culturas ancestrales, la mayoría de edad se alcanza cuando los miembros del grupo cobran su primera presa.
En las cortes reales tanto de Asia como de África y Europa, uno de los pasatiempos de la realeza estaba basado en la cacería. Muchas especies desaparecieron o están a punto de hacerlo, debido a la sobreexplotación por caza 'deportiva'.
El tráfico de pieles, cuernos, plumas y apéndices de animales son hoy un gran negocio. La moda pone en circulación periódicamente el uso de muchos accesorios fabricados con ellos.
El empleo de polvo de hueso y cuerno de rinocerontes tiene un gran mercado en la falsa creencia que de ahí pueden obtenerse productos de efectos afrodisíacos.
El comercio del marfil, principalmente de colmillo de elefante, ha significado grandes riquezas a ciertos grupos en diferentes sitios en el mundo.

A pesar de que el tráfico de especies silvestres está sancionado prácticamente en todo el mundo, esta restricción no se cumple en la mayoría de ellos, y es muy fácil que aún en las carreteras de nuestro país, se vendan libremente una serie de organismos correspondientes a especies que han sido señaladas como amenazadas o en peligro de extinción.

Dentro de 100 años la Tierra habrá superado probablemente los 10 000 millones de habitantes y tal vez los recursos alimentarlos puedan cubrir sus necesidades mínimas, sin embargo ¿cuál será el costo para el ambiente?
Según algunos investigadores, si todos los seres humanos fuésemos vegetarianos y compartiéramos la comida por igual, es probable que pudiera mantenerse una población total, con un buen nivel alimenticio, cercana a los 6 000 millones de personas. Si la dieta se complementara con un 25% de proteínas de origen animal, sólo podría mantenerse a la mitad de esta población ideal.

Actualmente la especie humana consume 40% del crecimiento vegetal total del planeta, mientras que las otras especies -alrededor de 30 millones- dependen del 60% restante; si consideramos que la población humana se duplica en pocos años, ¿cómo podremos sobrevivir en esas condiciones, y qué pasará con las demás especies con las que compartimos la biosfera?

Hoy se explotan intensamente alrededor de 70 especies marinas, las cuales se reproducen más lentamente que lo que se pescan y se encuentran en riesgo de extinción si no se frena su explotación.

En nuestros días se cortan 10 veces más árboles que los que se pueden regenerar y los bosques están reduciéndose y desapareciendo en toda la esfera terrestre. Tan sólo ente 1990 y 1995 desaparecieron 65 millones de hectáreas de bosques (más de 5 millones de hectáreas por año), debido a la tala, la quema para obtener zonas de cultivo, los incendios descontrolados y la expansión de la mancha urbana.
Esta devastación ha transformado de manera drástica la distribución de los bosques como puede advertirse en la siguiente imagen (elaborada por la UNEP, Programa de las Naciones Unidas para el ambiente).


La producción de alimentos mediante los métodos tradicionales ocasiona serias alteraciones ambientales, como erosión, salinización del suelo, desertificación y muchos otros.
Lograr un cambio en las técnicas de cultivo no es sólo un reto de tipo instrumental o de métodos, sino que significa fundamentalmente un cambio en la manera de ser y de pensar del hombre de nuestro tiempo.
La producción agrícola está íntimamente ligada, dentro de un sistema de economía de libre mercado, a las ganancias que produce. Para que un agricultor se decida a producir por métodos no convencionales debe convencerse por el lado de las ganancias.
El mercado no ofrece protección ambiental, la delimitación de las ganancias que se pueden o se deben obtener, casi nunca se define por el deterioro que puede producir o el cuidado que se puede ofrecer al ambiente.

Dar un verdadero valor a la diversidad genética, a la conservación del suelo y de la calidad del agua, deben ser factores básicos que se contemplen en el desarrollo de la política agraria de cualquier país. La urgencia del desarrollo de nuevas estrategias agrarias deberá ir aparejada de nuevas estrategias para conservar el ambiente.

La desertificación de las que alguna vez fueron zonas fértiles está asociada a diversos factores. El pastoreo y sobrepastoreo que se hace en algunas zonas marginales a los grandes desiertos, contribuyen a que estas zonas relativamente estériles se extiendan, con la consecuente modificación del clima, erosión del suelo y disminución de la disponibilidad de agua. En ciertas zonas de África próximas al río Nilo, en Nepal, en la India y en la cordillera de los Andes, en Sudamérica, este proceso está confinando a la pérdida de grandes extensiones.


La salinización es otro de los factores que conducen a la desertificación. Cuando las zonas son regadas con agua que tiene altos contenidos de sales y las tierras tienen un mal drenaje para eliminar los residuos, las sales se acumulan en el suelo y dañan a las plantas. Según algunos estudios, en ciertas zonas el agua puede contener hasta 3.5 toneladas de sal por cada 1 000 metros cúbicos, si los cultivos de regadío pueden ocupar hasta 9 500 m3 de agua al año, el suelo puede estar recibiendo cerca de 33 toneladas de sal en ese mismo lapso.

Muchas de las regiones originalmente destinadas a la agricultura van siendo incorporadas a las grandes manchas urbanas que generan las grandes ciudades a su alrededor. El crecimiento de las ciudades modifica el uso de suelo y reduce las superficies cultivables.
La conversión de zonas de cultivo en áreas urbanas supone un mayor gasto de agua y de producción de desechos. El agua utilizada en estas zonas merma la cantidad que puede utilizarse con fines de cultivo.

Otro de los factores que afectan la producción agrícola está relacionado con la disminución, y a veces hasta con la pérdida, de la diversidad genética. La práctica de los monocultivos (sobreexplotación de un solo cultivo) produce serios estragos en este sentido.
El uso de un solo tipo de semilla para la producción, por un lado, expone a las cosechas a ciertos peligros como es la invasión de alguna plaga que ataque y acabe con toda la cosecha. Utilizar una sola variedad por largos lapsos y en amplias zonas de un país puede conducir a la quiebra de un momento a otro. Otro de los efectos de esta práctica está relacionado con la sobreexplotación de ciertos recursos del suelo por una sola práctica, ya que ciertas plantas extraen preferentemente un cierto tipo de sales y pueden llegar a agotarla en la tierra. En ese caso se recurre al uso de fertilizantes, con la consecuente degradación ambiental.
Reducir la agricultura a unos cuantos productos atenta contra la diversidad, muchas especies han desaparecido del planeta por un sobreconsumo de ellas o por que su cultivo ya no se practica. En algunas regiones la hambruna llega a tal grado que la producción agrícola no es suficiente para cubrir las necesidades mínimas, y la semilla que se guarda para volver a sembrar es la estrictamente indispensable.
Con volúmenes tan reducidos para siembra, algún imprevisto puede acabar por completo con una determinada variedad.

La tala de bosques para destinar estos terrenos a la agricultura y al pastoreo, ocasiona problemas relacionados con la modificación del clima, la erosión del suelo, la pérdida de nicho ecológico para muchas especies, la alteración del equilibrio gaseoso y, finalmente, el desajuste de los ciclos biogeoquímicos, aspectos que ya hemos analizado anteriormente.
Un método para ampliar zonas de cultivo, ampliamente difundido, consiste en la quema de amplias zonas de selva y bosque. El uso de pesticidas o plaguicidas y de fertilizantes son elementos adicionales para comprender que no se trata sólo de dar de comer a los 10 mil millones de habitantes que pronto alcanzará nuestro planeta, sino de encontrar las formas para que esto sea viable sin sacrificar el medio natural.

Por otra parte, los beneficios del desarrollo de la tecnología nos permiten conocer mejor los procesos que ocurren en la naturaleza y contar con elementos para ofrecer mejores alternativas, sin embargo, es la misma tecnología la que nos ha permitido tener sistemas más eficaces de captura aumentando nuestro poder como depredadores del medio ambiente.

Fuente: http://www.sagan-gea.org/hojared_biodiversidad/paginas/hoja5.html

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